miércoles, 6 de mayo de 2009

“¿Una ramera? ¡Sí!, pero una traidora, ¡jamás!”

Se atribuye esta esclarecedora sentencia a la agente H 21, a Margaretha Geertruida Zelle, más conocida como Mata Hari. Bailarina, espía y con una extensa lista de amantes, muchos de ellos, militares, fue juzgada por alta traición al Estado francés en 1917 por haber trabajado como agente doble para Francia y Alemania durante la Primera Guerra Mundial. Traidora o no, acabó siendo fusilada el 15 de octubre de ese mismo año, exquisitamente vestida y maquillada para la ocasión.

No es que me sienta especialmente identificada con la forma de vida de este personaje, pero me fascina su forma de afrontarla, el hecho de estar siempre interpretando un papel elaborado por ella misma para huir de un pasado triste y poco estimulante, el no resignarse, el no negarse a sí misma la posibilidad de ser feliz. Ella dejó atrás una vida en la que no lo era para construirse un pasado, un presente y un futuro mejor. Después de la muerte de su primer hijo, supuestamente envenenado por su marido, que además la maltrataba, abandonó el lecho conyugal dejando a una hija bajo su custodia. Margaretha reinventó sus orígenes y huyó de sí misma para convertirse, primero en bailarina exótica y, más tarde, en una espía poco prudente que sonsacaba, sábanas de por medio, información a altos cargos de los ejércitos francés y alemán.

Es difícil establecer la frontera entre las virtudes y los defectos de Mata Hari. ¿Era una mujer con una imaginación desbordante o una mentirosa patológica? ¿Tenía una gran confianza en sí misma o simplemente era incapaz de asumir la verdadera realidad? ¿Era una persona valiente o sólo una ingenua?


Sí, tal vez no era más que una espía de tres al cuarto, una mentirosa compulsiva que reinventaba su historia cada vez que la contaba, una mujer que tan sólo deseaba llamar la atención y vivir rodeada de lujos y de amantes, pero su historia sigue cautivándome. Por eso, si tuviera que crear un producto cultural sobre ella, creo que me divertiría bastante poniéndome en su piel, para saber, aunque sólo fuera temporalmente, qué se siente siendo al mismo tiempo una bailarina exótica, una agente doble y una solitaria mujer que abandonó a su marido y a su hija al no poder hacerse con su custodia.

No sé si ha aportado mucho a la sociedad este personaje, ni si es el mejor ejemplo de comportamiento, pero pienso que fue una persona con el coraje suficiente como para salir a buscar su propia felicidad, aunque para ello tuviera que pasar por encima de la verdad y de las normas, tanto legales como morales, de su tiempo. Para poder reflejar las distintas caras de este personaje me decantaría por realizar una película sobre ella, menos centrada en su faceta de espionaje, como en la cinta de George Fitzmaurice , protagonizada por Greta Garbo, y más en su lado íntimo. Me gustaría mostrar sus orígenes, el paso de Margaretha a Mata Hari, su carrera como espía y, como no, su trágico final.

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